En casa del rector Maynard se habla de poesía ….. y se recita:
«¡Qué doloroso es amar
y no poderlo decir!
Si es doloroso saber
que va marchando la vida
como una mujer querida
que jamás ha de volver,
y es doloroso ignorar
donde vamos al morir,
¡más doloroso es amar
y no poderlo decir!
Triste es ver que la mirada
hacia el sol levanta el ciego,
y el sol lo envuelve en su fuego
y el ciego no siente nada.
Ver su mirada tranquila
a la luz indiferente
y saber que eternamente
la noche va en su pupila
bajo el dosel de su frente.
Pero si es triste mirar
y la luz no percibir,
¡más doloroso es amar
y no poderlo decir!
Conocer que caminamos
bajo la fuerza del sino,
recorrer nuestro camino
y no saber dónde vamos.
Ser un triste peregrino de la vida,
en el sendero no podernos detener,
huir siempre prisioneros
del amor o del deber.
Pero, si es triste avanzar
y no poder descansar
más que al tiempo de morir,
¡más doloroso es amar
y no poderlo decir!
Vivir, como yo, soñando
con cosas que nunca vi,
y seguir, seguir andando
sin saber por qué motivos
ni hasta cuándo.
Tener fantasía y vuelo
que pongan al cielo escalas
y ver que nos faltan alas
que nos remonten al cielo.
Pero, si es amargo soñar
lo que podemos gozar,
¡No hay más amargo dolor
que ver el alma morir
prisionera de un amor
y no poderlo decir!”
Leonor, Duquesa de Aquitania y autora de estos versos, nace en Poitiers en 1122 y fallece en 1204 en la abadía de Fontevrail; después de haber sido reina de Francia e Inglaterra y habiendo viajado hasta Castilla, a sus ochenta años, para elegir, de entre todas sus nietas, a la palentina Blanca de Castilla como futura reina de Francia.
Blanca era hija del rey Alfonso VIII de Castilla y de su esposa, Leonor de Plantagenet, hija a su vez de nuestra Leonor de Aquitania, en su segundo matrimonio, con Enrique II de Inglaterra.
Y esto es sólo parte de su curriculum. Transgresora hasta mas allá de los límites
P.G. Passutti